Las células eucariotas son el exponente de la complejidad
celular actual. Presentan una estructura básica relativamente estable
caracterizada por la presencia de distintos tipos de orgánulos intracitoplasmáticos
especializados, entre los cuales destaca el núcleo, que alberga el material
genético. Especialmente en los organismos pluricelulares, las células pueden
alcanzar un alto grado de especialización.
Las células son entes dinámicos, con un metabolismo celular
interno de gran actividad cuya estructura es un flujo entre rutas
anastomosadas. Un fenómeno observado en todos los tipos celulares es la
compartimentalización, que consiste en una heterogeneidad que da lugar a
entornos más o menos definidos (rodeados o no mediante membranas biológicas) en
las cuales existe un micro entorno que aglutina a los elementos implicados en
una ruta biológica.
La composición de la membrana plasmática varía entre células
dependiendo de la función o del tejido en la que se encuentre, pero posee
elementos comunes. Está compuesta por una doble capa de fosfolípidos, por
proteínas unidas no covalentemente a esa bicapa, y por glúcidos unidos
covalentemente a lípidos o proteínas.
Las células procariotas son pequeñas y menos complejas que
las eucariotas. Contienen ribosomas pero carecen de sistemas de endomembranas
(esto es, orgánulos delimitados por membranas biológicas, como puede ser el
núcleo celular). Por ello poseen el material genético en el citosol.
Por lo general podría decirse que los procariotas carecen de
citoesqueleto. Sin embargo se ha observado que algunas bacterias, como Bacillus
subtilis, poseen proteínas tales como MreB y mbl que actúan de un modo similar
a la actina y son importantes en la morfología celular.
Las arqueas poseen un diámetro celular comprendido entre 0,1
y 15 μm, aunque las formas filamentosas pueden ser mayores por agregación de
células. Presentan multitud de formas distintas: incluso las hay descritas
cuadradas y planas.30 Algunas arqueas tienen flagelos y son móviles.